Por RAFAEL ROFES PEREZ
Los manidos tramites migratorios, ese papeleo que para unos se hace más difícil que para otros, y por qué no, hasta un poco de mala suerte para decirlo en buen cubano, han sido barreras que para Léster aún siguen siendo superables. Por eso cada día se alista a la salida del Sol a realizar largas sesiones de entrenamiento, para cuando llegue su turno, aprovechar la oportunidad que sea, venga de donde venga.
Fue en el 2009 cuando Léster, acompañado por otros tres jugadores, abandonó la Isla vía marítima con destino a México. Allí llegó junto a los santiagueros Henry Abad y Frangel Lafargue y el cienfueguero José Miguel Pérez, todos con inmensas ganas de inscribir sus nombres en el mejor béisbol del mundo.
“Ya asentado en República Dominicana, su actual compañera peruana le dio la alegría de su segundo chiquitín, este lleva por nombre Lesnier y cuenta solo con cuatro meses de nacido. “Figúrese, otra motivación más para seguir adelante y “cargar las pilas”, agregó sonriente al tiempo que ajustaba inquieto su gorra con las gloriosas cuatro letras de Cuba.
“Por supuesto. Tenga la seguridad de que llegaré. Cuando uno se sacrifica y lucha, logra sus objetivos. Sé que nada fácil me resultará. Desde que llegué a Dominicana enfrento obstáculos y uno a uno los voy venciendo. Hay que llegar al final, esa fue mi meta cuando salí de Cuba”.
Esta es la segunda ocasión que escribo del villaclareño Léster Benavides, un muchacho que emite un optimismo y confianza increíbles en sus pláticas cuando del tema de la pelota se trata, independientemente de haber tenido varios inconvenientes en su afán por ver realizados sus sueños de jugar algún día en el béisbol de Grandes Ligas.
Los manidos tramites migratorios, ese papeleo que para unos se hace más difícil que para otros, y por qué no, hasta un poco de mala suerte para decirlo en buen cubano, han sido barreras que para Léster aún siguen siendo superables. Por eso cada día se alista a la salida del Sol a realizar largas sesiones de entrenamiento, para cuando llegue su turno, aprovechar la oportunidad que sea, venga de donde venga.
“Acompañado por mi Dios, mi familia y toda aquella gente que aún confía en mí, me motivo para entrenar fuerte cada día, porque sé perfectamente que solo así podré lograr mis objetivos”, expresó este fornido pelotero oriundo de Encrucijada, provincia de Villa Clara, donde permanence parte de su familia, incluido uno de sus hijos, Léster Eduardo, de dos añitos de edad.
Fue en el 2009 cuando Léster, acompañado por otros tres jugadores, abandonó la Isla vía marítima con destino a México. Allí llegó junto a los santiagueros Henry Abad y Frangel Lafargue y el cienfueguero José Miguel Pérez, todos con inmensas ganas de inscribir sus nombres en el mejor béisbol del mundo.
“Ya asentado en República Dominicana, su actual compañera peruana le dio la alegría de su segundo chiquitín, este lleva por nombre Lesnier y cuenta solo con cuatro meses de nacido. “Figúrese, otra motivación más para seguir adelante y “cargar las pilas”, agregó sonriente al tiempo que ajustaba inquieto su gorra con las gloriosas cuatro letras de Cuba.
¿Entonces persistes en poder llegar a Grandes Ligas a tus 26 años?
Este año no pudiste integrar ningún equipo en la Liga Dominicana… ¿Qué pasó?
“Entre otras cosas por no tener mis papeles al día, me refiero a mi condición de residente y la agencia libre. Pero si Dios quiere ya muy pronto todo estará en regla y las cosas cojan otro rumbo. Dios sabe por qué hace las cosas…”
¿Y aún así algún equipo de la Grande se ha interesado en ti?
“Pues aunque para algunos parezca poco probable, sí le digo que los Medias Blancas de Chicago y los Rojos del Cincinnati, principalmente, me ‘han echado el ojo’. Ese es el primer aviso de lo que podría llegar después. Las sorpresas existen y tal vez la mía llegue cuando menos lo piense”.
¿Estás practicando solo en los jardines?
“En mi preparación hago mucho hincapié en mejorar mi defensa, y además de los jardines, me preparo para cubrir también la tercera y la primera base, así tendría mucho más chance de jugar”.
Recuerdo que en Cuba se decía que recibiste pocas oportunidades de desarrollarte en aquella pelota, independientemente de tus magníficas posibilidades como bateador ambidextro…
“Sí, me hubiese gustado haber jugado mucho más, pero eso era decisión del director del equipo, no mía…”
Otros dicen que Víctor Mesa fue muy estricto contigo… ¿Qué hay de cierto en eso?
“Mira, quizás, pero sus razones tendría. Un director siempre trata de ganar y considero que Víctor es tremendo director, con él aprendí muchas cosas en cuanto al bateo, nos enseñó la verdadera disciplina fuera y dentro del terreno, fue también un maestro más para mí, por eso tengo una gran consideración hacia su persona. Sé que dondequiera que dirija tendrá éxitos. Ese se las sabe todas”…
Peloteros que admiras y admiraste siempre…
“De Cuba, al propio Víctor, Omar Linares, Eduardo Paret y Javier Mendez, y de las Grandes Ligas a Adrián González, Robinson Canó y a David Ortiz”.
¿No te arrepientes de haber salido de Cuba?
“No, solo que extraño un mundo a mi familia. Salí con una meta y aún la mantengo, de jugar en las Grandes Ligas. Mi Patria está también siempre en mi pensamiento. No tengo nada en contra de Cuba, allí aprendí también cosas muy buenas, como superarme en mis estudios y otras”…
¿Algo más?
Un afectuoso saludos a todos los lectores de este blog, que bastante información nos da de pelota. A la gente que nos sigue, que sepan que Léster Benavides no se rinde, que he aprendido mucho en la vida, que los golpes enseñan, y que gracias a la ayuda de Dios, que todo lo puede, lograré un día vestir el uniforme en un equipo de Grandes Ligas”.
"Tengalo por seguro. A la tercera va la vencida, eso no falla".
¿Entonces tengo el 99,9 por ciento de probabilidades de que la proxima vez que escriba de ti (la tercera) sera para decir que lograste tus objetivos?
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