Por DAN PALMA (Especial para Pasaje Deportivo)
El acontecer noticioso del béisbol cubano amaneció este viernes con una noticia que dejó a no pocos con la boca abierta. Alfonso Urquiola, mánager del equipo cubano que terminó segundo y tercero en el Mundial de Panamá y los Juegos Panamericanos de Guadalajara, respectivamente, renunció a comandar la selección de Pinar del Río, conjunto al que llevó a la consecución del banderín nacional el pasado año.
Urquiola, ex segunda base de las selecciones nacionales cubanas en la década de los 70, y considerado uno de los mejores dirigentes de la pelota cubana, dijo necesitar "acogerse a un descanso voluntario".
Juan Castro, otrora receptor de las selecciones pinareñas y nacionales, y quien ya guió a los Gallos de Sancti Spíritus en las series nacionales, será el encargado de retener el cetro en la versión 51 del principal evento deportivo cubano.
Hasta aquí la mera información de lo que ha sucedido. Pero mucho más hay detrás de la dimisión sorpresiva de Urquiola.
Para nadie es un secreto que el veterano director hizo alarde de una libertad inusitada para realizar la escogencia de su equipo con vistas a los mencionados eventos, así como de un sistema de juego que jamás llevó a cabo en el terreno.
Urquiola se convirtió entonces— tras endulzar los oídos de los seguidores del béisbol, dentro y fuera de Cuba— en el "salvador" de lo que debería ser el béisbol cubano, un concepto que se está desbaratando por la repetidas aberraciones, tanto de la dirección de la Isla, como de bufones al estilo de Higinio Vélez.
Pero al pinareño todo le quedó muy grande, porque él mismo no aquilató el arraigo que tenía en su mente una visión beisbolera de los años 80, basada en la idea del jonrón como vedette para todo momento tenso en el juego, y negada a toda dialéctica estratégica.
Ahora bien, ¿será una rabieta por las despiadadas críticas de las que fue centro al llegar a la Isla? No lo creo. Esa es la cortina de humo que dejan ver quienes dirigen. Quizás tenga que ver el hecho de que los pinareños no lo quieren en la cabeza de los mediasverdes, luego de no convocar a ningún coterráneo para la selección nacional, amén de ganar la serie 50. Quizás fue cansancio. Quién sabe.
Pero desde ya cualquiera de las variantes es respuesta a una presión injusta, la respuesta a que se le tome como chivo expiatorio sobre algo que lo sobrepasa.
No es Urquiola el culpable de los decalabros, podrán asumir cientos de DT la dirección del seleccionado nacional y seguirá la misma historia, pues los conceptos de inmovilismo, encerramiento, chauvinismo y capricho son los que han llevado al béisbol cubano a lo que es hoy en día.
No me extrañaría que Urquiola no regrese al circuito beisbolero cubano en buen tiempo, tal y como hizo, luego de los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999. Si yo fuese él no lo hacía. Y no porque los peloteros de Pinar del Río lo detesten por "cercenarles" la posibilidad de hacer un equipo nacional luego de ser campeones, no porque el pueblo de la más occidental de las provincias cubanas ya no lo quiera, sino porque los dirigentes no quieren cambiar.
Todo aquél que sienta el béisbol cubano como suyo estará sufriendo la realidad. Urquiola no será el único que renunciará y espero con toda la fe posible, que la ola de renuncias vaya escalando hasta los primeros escaños deportivos y políticos de Cuba.
Hasta el momento se espera que el dia 27 comience en el estadio Capitán San Luís, de Pinar del Río contra Ciego de Ávila. Otra aberración de 17 equipos, leit motiv para un trabajo posterior.
yo estaba en un hotel en buenos aires cuando fue esta renuncia, nunca pense que podia llegar a pasar
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