Por RAFAEL ROFES
PEREZ
Desde hace aproximadamente poco más de semana se dio a conocer otra noticia alentadora para los peloteros
cubanos: la firma del jardinero Henry Urrutia a un contrato de Ligas Menores
por la suma de 778 mil 500 dólares con los Orioles de Baltimore, el mismo
conjunto que efectuó dos memorable partidos con la selección cubana allá por
1999.
Y como reza un viejo refrán de que “nunca es tarde si la
dicha es buena”, no dejaré de “lanzar”
algunas consideraciones acerca de la llegada del joven tunero a un béisbol totalmente diferente al que jugó en la Isla y
en el que brillaron su papá Ermidelio y su primo Osmani, dos estelares figuras que de haber hecho el intento como Henry, no
dudo hubiesen podido jugar en Grandes Ligas.
Antes de adentrarme
en el menor de los Urrutia, prefiero agregrar que Ermidelio fue un
extraordinario guardabosques que integró en varias oportinidades el team Cuba en
la llamada época dorada de esa pelota posterior a 1959.
Y recuerdo que llamaba poderosamente la atención por las
grandes cosas que hacía, sobre todo los inmesos batazos que pegaba sin contar
con un gran somatotipo, pues le debía unas cuantas libras a su anatomía.
Osmani, apodado acertadamente como el Señor
400 en Cuba, ha sido el
único jugador en adjudicarse seis coronas de bateo en esa pelota y cuatro de
ellas por encima de los cuatrocientos (431, 408, 421 y 469).
Esta última
resultó récord absoluto en series nacionales y el promedio
más alto logrado por un bateador en más de 130 años, además
de constituir un puntal decisivo en los éxitos de Cuba en la arena
internacional en el período 2001-2007.
Sobre Henry
Urrutia, con 25 años
cumplidos el pasado febrero, más de seis pies de estatura, poco más de 180
libras de peso y tener la facilidad de conectar con acierto con ambas manos,
les puedo asegurar que algo bueno le deparará su futuro.
Más si sumamos que pos sus venas corre sangre
netamente beisbolera y que en sus cinco campañas en las series nacionales evidenció credenciales a granel -“dándole palos” a todo el mundo-, no dudo que
más temprano que tarde pueda lograr su objetivo.
Por suerte, abandonó
la Isla en un excelente momento de su carrera, y de no haber tomado tan sabia decisión,
también hubiera sido presa del estancamiento
del que han sido víctima muchísimos peloteros.
Un
estancamiento motivado -entre otras cosas-, por el ausente roce internacional de alto nivel de los
jugadores y el tener que conformarse solamente con participar
en la empobrecida serie nacional, la que
sinceramente deja bastante que desear, tema este que prefiero tratar en otra oportunidad.
Henry debutó
precisamente en la serie número 45 (2005-2006), con el equipo Las Tunas y su
producción ofensiva reflejó un 240 de average, con 23 inatrapables en 96 turnos y solo conectó un cuadrangular, por
lo que su debut pasó desapercibido, aunque muchos conocían de su talento.
En la 46
(2006-2007) fue todo lo contrario, pues hizo
sonar muy bien el madero al extremo de promediar para 369, con 55 hits en 149
comparecencias al rectángulo, incluidos siete dobles, tres triples e igual
cantidad de jonrones, actuación que lo lanzó a la estelaridad, la que jamás abandonó
en las justas de la Isla.
Otro gran año para él lo fue en la temporada 47
(2007-2008), cuando terminó con 314 al bate y remolcar un total de 66 carreras,
en tanto en la 48 (2008-2009), lo hizo para 365.
En su despedida
de las Series Nacionales, la 49 (2009-2010), terminó a todo tren, pues ligó nada
más y nada menos que para 397, con 12 vuelacercas
y 76 carreras impulsadas.
Por ese tiempo
se convirtió en uno de los puntales fundamentales de su equipo, por demás uno
de los más poderosos a la ofensiva en los últimos tiempos.
Al echarle una ojeada a estos numeritos, se
desprende que el tunero es muy buen bateador, independientemente de que algunos
esgriman la razón de que el pitcheo cubano es bien pobre.
Pero por encima
de eso, lo importante es que el muchacho tiene condiciones. Recordemos que
Yoenis Céspedes –como él- solo había enfrentado a esos mismos lanzadores, no
había visto otro tipo de pelota, tuvo la suerte de pasar directo a la Gran
Carpa, y hoy por hoy está muy bien vistiendo las franelas de los Atléticos de
Oakland.
Tampoco es
menos cierto que jugar aqui es un duro escollo nada fácil de superar. No todos
podrán llegar, hay que ser realistas. Y nadie tiene una varita mágica
adivinadora para esto.
Como siempre,
deseo suerte a nuestros hermanos, y en el caso específico de Henry Urrutia,
tengo el presentimiento de que triunfará, amén de su calidad y su anhelo por continuar el sendero luminoso
de Ermidelio y Osmani…
Lástima que
aquellos nunca pudieran aspirar como él a tocar
la gloria en el mejor béisbol del mundo.
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