Por RAFAEL ROFES PÉREZ
José Martí, paradigma clásico de patriota, poeta y escritor, de quien se cumplieron este 28 de enero 160 anos de su natalicio, también pasó a la posteridad por su obra periodística, a través de la cual se convirtó en un excelente cronista de la época que le tocó vivir.
Dotado de una técnica impecable y exquisita sensibilidad para los temas más sugerentes, fue capaz de llevar a su obra aspectos novedosos de aquel tiempo, entre los que incluyó de manera especial la ejercitación física.
Deportado por segunda vez en 1879 por conspirar a favor de la independencia de Cuba, Martí vivió un largo exilio que lo llevó primero a España y más tarde a los Estados Unidos, estableciéndose en la ciudad de Nueva York.
Vinculado al Comité Revolucionario cubano de esa urbe, comenzó a ganarse la vida como traductor y periodista. A través de su trabajo Martí informa a los pueblos de nuestra América sobre los elementos más importantes de aquella época, incluyendo el incipiente desarrollo de la Ejercitación Física organizada.
Es conocida en ese período una crónica escrita por Martí para el periódico La Nación, de Buenos Aires, en la que describe una pelea por el Campeonato Mundial de Boxeo donde se impuso el aún recordado peso completo John Sullivan. A lo largo de la descripción Martí insiste en lo brutal de la pelea (se realizaba sin guantes y a larga duración), la salvaje reacción de los fanáticos y la falta de escrúpulo de los organizadores.
Sullivan, de origen irlandés pero radicado en Boston, era uno de los
“personajes” de la época y Martí escribió sobre él en más de una ocasión.
Incluso no dejó pasar por alto la oportunidad para criticar a la importante
ciudad estadounidense por caer rendida ante los puños del boxeador: “Boston
mismo, que de shaquesperiana y poética se aprecia; Boston, hogar de arte…!
Boston mismo con su mayor a la cabeza, ha subido a un estrado de púgiles, para
ceñir al vientre de John Sullivan, campeón de lo peleadores, una faja de oro y
diamante.”
Sin embargo el boxeo y Sullivan no fueron los únicos temas de la
ejercitación física (aún no se utilizaba el término deporte) tratados por
Martí, pues una reinvestigación del licenciado en Historia Ramón Guerra Díaz,
refiere que el Apóstol escribió sobre varias disciplinas incluyendo el béisbol,
fútbol, rugby, patinaje, yatismo, polo, ajedrez, las carreras de premio y hasta
el bádminton.
Martí conoce el béisbol en la ciudad de Nueva York, aunque a esas
alturas ya se jugaba en muchos lugares de Estados Unidos, pues no olvidemos que
los norteamericanos lo practicaban oficialmente desde 1846, cuando en la propia
urbe neoyorquina surgió el equipo de Los Knickerbockers.
No escribió artículos específicos sobre el béisbol, aunque sí hizo
alusión a él en algunas de sus crónicas para los diarios americanos. En una de
éstas escribió: “¿Qué peloteros ganaron, los de Nueva York, que tienen el
bateador que echa la pelota más lejos, o los del Chicago cuyo campeador es el
primero del país, encuclillado fuera del cuadro, mirando al cielo, para echarse
con ímpetu de bailarín a coger en la punta de los dedos la pelota que viene
como un rayo por el aire?”.
Su conocimiento del juego es tal que nos invita a buscar el resultado
de un partido entre Nueva York y Chicago, destacando que los primeros poseen a
un tremendo jonronero y los otros a un excepcional receptor, muy hábil en la
captura de los “flies”.
De haberse dedicado exclusivamente a escribir sobre deportes no hay
dudas de que Martí también hubiera llegado a la inmortalidad. A la belleza de
su pluma unió un poder de descripción realmente increíble.
Sin ser un buen narrador deportivo consiste en hacer que el lector u
oyente capten los mayores detalles de lo ocurrido en una cancha, ¿qué decir
entonces de este texto, donde Martí en artículo firmado en noviembre de 1884,
alude a lo ocurrido en un partido de fútbol rugby entre las universidades de
Princeton y Yale?
“Los de un bando se proponen entrar a punta de pie la bola al campo
hostil: los de este deben resistirlo, y volver la bola al campo vecino. Este
pega, aquel acude a impedir que la bola entre: uno se echa sobre la bola, los
diez, los veinte, todos los del juego, trenzados los miembros como luchadores
del circo, batallan a puño, a pie, a rodilla, a diente… y cuando se apartan del
montón, el infeliz capitán de Yale, caída la mandíbula, apretados los dientes,
lívido y horrendo, se arrastra por la arena hecho lodo… si el día no acabase,
no cesaría… Yale vence.”
No podemos olvidar el contexto en que Martí se refiere a la
ejercitación física. Aún no había sido creado el Comité Olímpico Internacional
(COI, 1894), y en los Estados Unidos se abría paso el deporte profesional y
espectáculos tan salvajes como las llamadas Carreras de Premio gozaban de gran
popularidad.
Es Martí un defensor del deporte sano, y al igual que el Barón Pierre
de Coubertain, admiraba las tradiciones atléticas de la Antigua Grecia en las
que estas competiciones eran un gran homenaje a los dioses del Olimpo y por
ello debían ser limpias y con el único premio de la gloria espiritual y el
reconocimiento social representado en la corona de laurel.
Por tal motivo Martí criticó duramente las antes mencionadas Carreras
de Premio, en las que los “caminadores” estaban varias horas y hasta días
corriendo por una bolsa de dinero: El abominable espectáculo servía además para
enriquecer a inescrupulosos empresarios y apostadores: “No son estos
caminadores como aquellos que se disputaban el premio de correr en aquellas
fiestas por una corona de laurel verde y fragante, o ramita de mirlo florecido,
tal como había ocurrido en aquella garbosa lucha griega en que a los acordes de
la flauta y la cítara, lucían hermosas fiestas panatenaicas sus músculos
robustos y su destreza en la carrera los hombres jóvenes del ático.”
Martí, independentista por excelencia, siempre amó lo suyo y fue dura
su crítica a los que prefieren lo extranjero a lo propio, los que reniegan de
lo suyo para rendir culto a lo ajeno, aun en la actividad deportiva. Ese
sentimiento lo dejó claro en un trabajo publicado en septiembre de 1885 donde
reseña la regata por la Copa América entre los barcos Genesta de Inglaterra y
el Puritan de los Estados Unidos.
El certamen se celebra un año en aguas inglesas y otro en las
norteamericanas, tal como ocurrió aquella vez: “Son unos señorines inútiles y
enjutos, a quienes no se ve por las calles desde que venció el Puritan... la
grandeza la tienen en casa y como buenos imbéciles, porque es de casa
desdeñan.”
Haber vivido en el país con mayor desarrollo del momento y en una época
inmediata al comienzo de los Juegos Olímpicos de la era moderna, le dio a Martí
la posibilidad de analizar las ventajas del deporte como fuente de salud.
2 comentarios:
Aparte de ser cubano tuvo un titulo en licenciado en filosofia, fue politico, escritor, dramaturdo, fue reconocido con el premio lopez de vega era un todologo.
Muy cierto Yohana Mercedes, gracias por tu comentario.
Publicar un comentario