2013/02/13

Refuerzos en pelota cubana: Y entonces, ¿cómo queda Pinar?

A partir de este miércoles voy a ir colocando en mi Pasaje una serie de trabajos por demás profundos y analíticos del colega Michel Contreras, referentes a las posibilidades de los ocho conjuntos encartados en la rueda final por el título de Cuba.

Y como la lógica lo indica, la inyección de los refuerzos a cada una de estas novenas va a jugar un rol importante en las aspiraciones de cada uno de ellos.

Con el sello característico de Michel, los invito a analizar  primeramente a la selección de la más occidental de las provincias, cubanas, una de las tierras más fértiles para jugar béisbol e nuestro país y cuna de inumerables estrellas, las que ustedes perfectamente conocen. Ahí les va…

Una vez elegidos los refuerzos, el campeonato es otro. Cada sobreviviente tiene ahora su “legión extranjera”, y la fanaticada deberá ir pensando en aplaudir a hombres que, hasta ayer mismo, eran rivales. Es un paso plausible en el camino a desarticular el oscuro esqueleto de la territorialidad.

Pero, al final de cuentas, ¿funcionará el experimento? ¿De qué artes se valdrán los mentores para armonizar –en el hondo sentido de la palabra armonizar- las nuevas piezas en sus respectivos mecanismos? Y las ocho novenas en disputa, ¿cómo quedan ahora –diría Aurora Basnuevo- para el próximo segmento de la Serie?

PINAR DEL RÍO: EL OCTAVO PASAJERO

Todo el mundo lo sabe: Pinar es de los grandes. No obstante, avanzó a trompicones por la eliminatoria y cosechó 24 éxitos contra 21 fracasos, para alcanzar el último boleto a la esperanza. De ahí que sea imposible evitar la interrogante: ¿Cabe esperar la remontada?

Para mí, sí. Es más: diez veces sí. Y no solo porque siempre he creído en la disposición moral del pelotero pinareño, sino porque siento que el equipo logró lo que buscaba en la instancia de solicitud de sus refuerzos.

Solo tres juegos separan a los verdes del cuarto peldaño -que es igual a decir, del pasaporte a los play offs. Y como quiera que todavía deberán jugarse 42 partidos en la etapa post Clásico Mundial, es fácil concluir en que les sobran tiempo y oportunidades.

¿Cuáles fueron las selecciones de Giraldo González en el draft? Se las recuerdo: Alfredo Despaigne (Granma), Lenier Rodríguez (Mayabeque), Alaín Tamayo (Granma), Orlando Lavandera (Mayabeque) y Raimar Navarro (Holguín). Dicho en idioma beisbolero, par de outfielders y tres lanzadores, dos de ellos especializados en relevos.

A simple vista, surge la duda de por qué el mando pinareño hizo hincapié en el área de pitcheo, cuando tiene un cuarteto abridor de caché y su line up, en cambio, reúne a varios semidesconocidos. Pero, bien vista la cuestión, se trata de un acierto.

Sucede que la escuadra ha tenido una de las ofensivas de mayor calado (.280) y es la segunda más anotadora del evento (219 carreras), seguramente gracias a la pericia de Roberto Medina, su coach de bateo. Para colmo de bienes, el derecho de pedir antes que todos le serviría en bandeja a un slugger de la talla de Despaigne, cuya presencia aportaría el toque decisivo a una escalofriante tanda alta.

De manera que las prioridades de Giraldo pasaban por el box. Pero no requería cualquier tipo de pitcher, porque su póquer de abridores (Vladimir Baños, Yosvani Torres, Erlis Casanova y Julio Alfredo Martínez) había trabajado para un excelente promedio de limpias de 2.88, con anémico average adversario de .241. Lo que Pinar necesitaba eran relevistas, y en eso se enfrascó su director.

Los apagafuegos de la tropa fijaron un vergonzoso PCL de 4.80, el penúltimo peor de la contienda. Ni Jesús Guerra (4.71), ni Isbel Hernández (4.02), ni las otras figuras del bullpen, habían sido capaces de apuntalar victorias. De ahí que el manager no tuvo reparos en solicitar los servicios de Lenier y Tamayo, que han relevado un global de 30 veces en lo que va de temporada.

El occidental es un serpentinero de recursos que ganó tres y salvó seis con el (casi) sotanero Mayabeque, aunque –todo sea dicho- le conectaron por encima de .300. Y el granmense se apoya en una recta dura que ya le granjeó 58 ponches, además de cuatro triunfos y un dúo de salvamentos.

El manejo que Pinar le dará a su restante petición monticular, es un enigma. Navarro posee facultades (este año exhibe una efectividad de 2.70, con solo .223 de promedio oponente), pero es un abridor que, dados sus frecuentes trastabilleos con el control, difícilmente podrá ser reconvertido a otra función. ¿Estará pensando Giraldo en darle un puesto en la rotación para emplear a Casanova en los relevos? Y de ser esto así, ¿valdrá la pena desvestir un santo para ponerle ropa a otro?

Pinar del Río también llamó a sus filas a Orlando Lavandera. Muchos han criticado esta decisión, argumentando –no sin cierta razón- que el muchacho tiene limitaciones ofensivas (.283), y que a la altura de su selección todavía estaba habilitado un patrullero como Dairon Varona. Mas, y sin ánimos de ser abogado del diablo, presumo que en esos momentos el técnico buscaba un jardinero central, empeñado en equilibrar las prestaciones en los diferentes departamentos colectivos del juego.

Lo indiscutible es que salió un trabuco. Imagínese usted que con ese admirable pitcheo abridor, los pinareños ahora serán más eficaces en la protección de los scores, y tendrán el respaldo de un line up como el siguiente:

David Castillo, 2B (.296 AVE, 1 HR, 13 CI)

Lorenzo Quintana, C (.343 AVE, 2 HR, 33 CI)

Alfredo Despaigne, LF (.345 AVE, 11 HR, 33 CI)

Yosvani Peraza, BD (.345 AVE, 9 HR, 42 CI)

William Saavedra, 1B (.323 AVE, 3 HR, 12 CI)

Donal Duarte, 3B (.252 AVE, 2 HR, 20 CI)

Yunior Valiente, RF (.318 AVE, 0 HR, 11 CI)

Luis Alberto Valdés, SS (.247 AVE, 3 HR, 19 CI)

Orlando Lavandera, CF (.283 AVE, 0 HR, 17 CI)

Evidentemente, a la alineación tabaquera le sobra potencial, con velocidad en los extremos y sobrado poder en la zona medular, donde ostenta a dos hombres capaces de marcar la diferencia. Mas, por supuesto, el cuerpo técnico dispone de variantes…

Digamos, puede preferir la experiencia de Osniel Madera (.276 AVE, 2 HR, 23 CI) sobre la temprana juventud de Valiente, o inclinarse por el también outfielder Lázaro Emilio Blanco (.257 AVE, 1 HR, 11 CI) en el afán de incorporar a un zurdo. Inclusive, acaso el rol de Lavandera se limite a proveer seguridad defensiva en las postrimerías de los encuentros. Todo eso es probable, y comprensible.

Lo que sí me parece un disparate es menguar las comparecencias al home plate de Despaigne y Peraza, dilatando el arribo de ambos por mantener a Donal en su habitual turno de tercero. Dadas las circunstancias, el antesalista de los verdes se pinta –por personalidad y arraigo- como el hombre encargado de “tapar” a Saavedra.

A menos que lo sacuda el percance de alguna lesión devastadora o una crisis de unidad en el club house, Pinar del Río luce todas las armas precisas para ambicionar el campeonato. De momento, es el octavo pasajero de la nave, al igual que aquel Alien mortífero que nos regaló Ridley Scott.

Quizás sea una mera coincidencia.

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