2011/08/08

Cuando un grande dice adiós, hay que quitarse el sombrero

Por  NELSON DE LA ROSA RODRIGUEZ

Orlando Hernández Pedroso “El Duque” anunció el pasado 19 de mayo su retiro del Béisbol. La noticia llenó de nostalgia a sus seguidores... dentro y fuera de la Isla.
Las líneas que siguen tienen como objetivo lanzar una mirada a lo más relevante dentro de la carrera de este hombre que le entregó al Béisbol lo mejor de su vida, un deportista que supo darle el verdadero valor a cada cosa; que hoy sabe disfrutar la gloria y la libertad porque en su momento fue marginado y privado de sus derechos elementales.
Nacido en la provincia de Villa Clara el 11 de octubre de 1965, Orlando Hernández dice adiós poco tiempo antes de cumplir 46 años. Deja tras sí una exitosa carrera que difícilmente sea igualada o superada en el futuro.


El hombre que siente el orgullo de haber jugado –según él– en los dos mejores equipos del mundo: Industriales y New York Yankees, incluye en su preciado palmarés dos títulos con los azules en Series Nacionales (1992-1996), la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y cuatro anillos de Serie Mundial: tres con los Yankees (1998, 1999, 2000) y uno con el Chicago White Sox (2005).

A estas alturas todos lo ponen como ejemplo de que la imagen del debut no necesariamente es el avance de lo que ocurrirá en el futuro. En el ya lejano 1987 su primera salida en el estadio Latinoamericano se completó al permitir un cuadrangular de Luis Giraldo Casanova. Años después el propio “Señor Pelotero” diría que era el único pitcher cubano capaz de “pensar” encima del montículo.

Sus estadísticas pudieron haber sido mejores si hubiera lanzado más. Lamentablemente, alguien decidió separarlo del Béisbol por causas que nunca fueron aclaradas. Eso lo llevó a estar un tiempo sin poder jugar hasta que en 1997 salió de Cuba con la idea de probarse en las Grandes Ligas.

Su aspiración se hizo realidad y poco tiempo después ya formaba parte de la nómina de los “New York Yankees”. Aunque la mayoría de sus seguidores en Cuba no fueron testigos de su debut, la historia sí recoge el hecho, y como patrimonio es guardado en los archivos beisboleros.

Era el 3 de junio de 1998 y se jugaba en el Yankee Stadium. Previamente, más de 27 mil aficionados habían pagado su entrada. Él había lanzado ante concurrencias mayores, pero esta vez la realidad era distinta. El Latinoamericano, su reparto Wajay y sus amigos de Industriales solo estaban en el corazón. La realidad lo ponía delante de un público desconocido, gritos en otra lengua y encima un uniforme con mucho peso.

Mientras lanzaba, se decía a sí mismo: “Puedes lanzar bien o puedes lanzar mal, pero no vas a la cárcel por lanzar mal, solo la vida sigue igual… Ya sea que le peguen a la pelota o los ponchas, pero por esto nadie se muere”.

En el momento de la salida no puede contener las lágrimas (y mientras lo escribo se me ponen los pelos de punta). Camino al box ve la grada llena, la multitud de fotógrafos y hasta las placas de bronce que inmortalizan a Babe Ruth, Lou Gerih y Mickey Mantle. Delante estaban los peloteros del Tampa Bay.

Su primer lanzamiento fue en strike y trabajó durante 7 entradas, permitió una carrera, le dieron 4 hits, ponchó a siete y regaló 2 bases por bolas. En la salida el público se puso de pie y lo aplaudió respetuosamente. Ese mismo público más tarde lo acogería como verdadero ídolo y por siempre le estará agradecido. Aquella noche los Yankees ganaron en casa 7 carreras por 1.

Aquella actuación fue el preludio de numerosos éxitos, entre ellos el triunfo en la Serie Mundial de ese año (1998) y en las dos siguientes. Tal labor hace que el cubano sea el único jugador latinoamericano en ganar tres Series Mundiales en sus tres primeros años en las Ligas Mayores. Tal palmarés lo poseen muy pocos jugadores, entre ellos los míticos Mickey Mantle y Joe DiMaggio.

Con los Yankees jugó 6 temporadas y lo ganó todo: además de los tres anillos de Serie Mundial, hasta un premio de Más Valioso se llevó en una Serie de Campeonato. De manera individual terminó con balance de 61 victorias y 40 derrotas y un promedio de carreras limpias de 3.97.

Más tarde, en el año 2005 “El Duque” pasó al Chicago White Sox y en esa novena también hizo historia. Los aficionados y los especialistas recuerdan con mucha admiración el tercer juego de la Serie divisional de la Liga Americana. Los de Chicago se enfrentaban al Boston Red Sox. La Serie favorecía a los primeros 2 juegos por 1 y ahora se jugaba en Boston. 

Era la sexta entrada y los locales perdían 2 x 4. Manny Ramírez le conectó jonrón a Freddy García y el manager de Chicago Ozzie Guillén trajo de relevo a Dámaso Marte, quien permitió un hit y dio 2 bases por bolas, por lo que los locales llenaron las bases sin outs. El empate era inminente, los aficionados locales deliraban de emoción, estaban a punto –incluso– de tomar el mando. Fue entonces cuando trajeron a “El Duque”.

Con 39 años de edad, casi 7 de experiencia en las mayores y un corazón bendecido por Dios, el cubano dio una clase magistral de pitcheo: dominó al emergente Jason Varitek y a Tony Graffanino al elevar por infield y luego dominar por la vía de los strikes al primer bate Johnny Damon, quien en ese momento promediaba para 316 en 148 partidos de la serie regular.

Al terminar la entrada, Orlando llegó eufórico frente Kenny Williams, Gerente General de “Los Medias Blancas” y le dijo: “¡Te lo dije!” El federativo comentó un rato más tarde a los periodistas: “No hay palabras que puedan describir lo que ha hecho. Los coaches lo apoyaron mucho y él tenía la obligación de convencer. Pero fui yo quien lo contrató… revisen sus apuntes y se darán cuenta del motivo”.

Más tarde Chicago eliminó a Boston y al final ganaron la Serie Mundial y “El Duque” exhibió su cuarto anillo de Campeón.

Luego de la temporada de 2005 “El Duque” fue traspasado a los Diamondbacks de Arizona para en mayo de 2006 anclar en la casa de los Mets de Nueva York. Con este equipo tuvo 20 salidas en la temporada, ganó 9 juegos y perdió 7, con un promedio de efectividad de 4.07. 

En la campaña siguiente (2007) solo pudo abrir 24 partidos debido a reiteradas lesiones en su hombro y terminó con 9-5 y 3.72 de carreras limpias. En la campaña siguiente no pudo lanzar un solo partido debido a una operación. Al final se convirtió en Agente Libre y no volvió a lanzar en Grandes Ligas, aunque sí lo hizo hasta hace muy poco en la Liga Profesional de Venezuela.

Al término de su carrera en las mayores, “El Duque” se marcha tranquilo con 4 Series Mundiales, 90 victorias y 65 derrotas y la seguridad de ser un grande en la postemporada, donde según un colega: “los hombres se separan de los niños”. En 9 temporadas esta fue su labor.

Esta es la historia deportiva de un hombre de movimientos elegantes, con un impulso para lanzar como pocos, que exhibió con orgullo su número 26, que donde mismo guarda los anillos de Serie Mundial tiene una gorra de los Industriales, y en su ropero, junto a las camisetas de los Yankees, los Mets, el Chicago White Sox, etc… tiene espacio reservado para aquella que llevó al delirio a los aficionados capitalinos.

Este es el atleta, el hombre, el mismo que hace muchos años en el Hospital “Hermanos Ameijeiras” le regalara una pelota firmada por él y sus compañeros a un paciente hondureño que murió un poco más tarde; el mismo capaz de interceder por sus amigos; el que no guarda rencor y que cada día le agradece a Dios cada una de las cosas que le han pasado, aunque en su momento no comprendiera muchas de ellas.

A estas alturas no sé cómo será su ceremonia de retiro oficial, pero sí estoy convencido de que sale como los buenos toreros luego de una buena faena, por la puerta grande. Y cuando un grande como él dice adiós… ¡hay que quitarse el sombrero!
               

No hay comentarios.: