Por RAFAEL ROFES PEREZ
Los años corren tan raudos a veces como los rayos del Sol, y parece que fue ayer cuando iba yo a presenciar partidos de pelota al estadio Sandino de Santa Clara con tan solo seis abriles, allá por 1965. Pero créanme que hoy, a pesar de los pesares de nuestra actual Serie Nacional, que se inaugura este domingo 27, la quiero, la disfruto y deseo lo mejor para ella, aunque no comparta las decisiones de aquellos que hoy la matan.
Recuerdo que le decía a mi madre, la inigualable Paulina, siempre así: “Mami, prepárame una comidita rápido, para llevármela para el “Sandino”, porque hay que estar allí bien temprano para “coger” asientos…, si llego a las 10:00 am agarro puestos. El doble juego comienza a la 1 y 30, pero quiero tener seguro mi asiento encima de la tercera base.
Y solo lo dejaba vacío cuando iba al baño…
Así, era, amigos, y quienes hoy peinan canas como yo, se remontarán también a este hermoso pasado beisbolero. Los estadios se rellenaban desde bien temprano, aquello era una locura. Todos deseábamos estar allí, apoyar a nuestros respectivos equipos. Se jugaba “a corazón abierto” y la calidad estaba garantizada.
Era yo acérrimo defensor de los Centrales, de los aguerridos Azucareros, de Las Villas, aunque no dejo de confesar que sentía igualmente predilección por los equipos del Oriente. Admiraba mucho a Hermes Kindelán y otros más.
Quizás sin darme cuenta, tuve el juguete más querido que nunca imagine en mi niñez: LA PELOTA. Hoy interiorizo esto y sé que fue inigualable. Pero aún ahora, después de tantos calendarios vencidos, la disfruto, venga de donde venga, pero aquella de mi tierra, fue y es super especial, era y es lo mío..., Aún la quiero.
Miles de disparates, injusticias, erróneas decisiones, enraizada tosudez por décadas y cientos de calificativos que hoy privan de posibilidades y un futuro mejor para la gran mayoría de nuestros jugadores, no son obise para que yo siga desde Los Angeles, California, a esta pelota, porque de ella aprendí lo hermoso que es este deporte, el que no por gusto ni capricho de nadie, es la mayor pasión de todos los cubanos.
Por eso también deseo que cada pelotero que trate de inscribir su nombre con letras doradas en el mejor béisbol del mundo pueda lograr sus sueños, sus objetivos… Esa es otra manera de sentirse bien cubano estés donde estés.
En esta LI Serie Nacional no estaré tampoco en el Sandino, pero estoy convencido que el asiento que tanto acaricié por mucho tiempo, lo ocupará otro enamorado de la pelota como yo… Se sentirá feliz, quizás presenciando una pelota de menos calidad que la que yo disfruté, pero que no por ello opacará la illusión de apoyar a sus ídolos del momento, ajenos por completo a la culpabilidad de quienes los “desdirigen” hoy.
¡Que vengan los jonrones, que vengan las lechadas!… ¡Que vibre la emoción! Ojalá un día nuestra pelota pueda ser la de antes, ¿Y por qué no? ¡Aún mejorrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
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