Se retira una estrella con simiente cubana

Por RAFAEL ROFES PEREZ

Créanme que el anuncio del retiro del estelar receptor de los Yankees de Nueva York, Jorge Posada, no lo esperaba. Estoy hablando de un hombre de apenas 40 años de edad, quien no obstante haber jugado ya 17 temporadas con este prestigioso equipo, probablemente  hubiera  engrandecido aún más los kilates de su trayectoria dorada de no haber tomado tal decisión.

Pero prefirió  dejar una linda imagen en su decursar  por los diamantes del mejor béisbol del mundo, precisamente con un conjunto grande, en el que saboreó cinco campeonatos en series mundiales, junto a Derek Jeter y Mariano Rivera, y fue seleccionado en cinco oportunidades para asistir al emblemático Juego de Estrellas, que premia en cada temporada a los de mejor desempeño sobre la grama.

Boricua de pura cepa…, muy orgulloso siempre se ha sentido –como ha expresado en innumerables ocasiones- de haber nacido en Santurce, en la Isla del Encanto,  esa a la que debe todas sus virtudes como persona y que lo vio crecer hasta convertirse en un gigante como pelotero, independientemente de que por sus venas  corra sangre cubana y dominicana.

Quizás el haber perdido su titularidad detrás del plato en la pasada temporada le haya hecho tomar tal decisión, pues fue colocado como bateador designado y suplente, determinación que considero plausible por Posada, porque los grandes como él no pueden resistir demasiado en la banca.

Pero sus números de por vida afianzan su estelaridad en todos esos anos, además de que es el único catcher de las Grandes Ligas que ha llegado a 330 o más de promedio con 40 dobles, 20 jonrones, 90 remolcadas en una sola temporada.

En toda su etapa como jugador activo y pieza clave en los triunfos de los Yankees,  Posada compiló para 273 de average ofensivo,  con  nada más y nada menos que 275 jonrones y  mil 65 carreras impulsadas , guarismos que solo pueden ser posibles y alcanzables por un jugador de su estirpe.

Respeto y admiración para este extraclase del béisbol, quien como gigante que fue y sigue siendo, su estatura deportiva será bien difícil de borrar por todos aquellos que amamos el béisbol como nuestra máxima religion.