2012/05/09

PEDRO LUIS LAZO: En dos y nada…


“Puede ser que estuviera un poquito por encima. ¡No era mucho! Mi forma de lanzar, tan relajado, hacia suponer que las cosas eran sencillas y quizás por eso algunas personas pensaban que lo hacía sin interés. Aunque a veces había equipos que les ganaba tirando a 70 millas. Entonces me preguntaba: “¡Qué pelota es esta!”. Mis compañeros decían que no estaba para jugar esta liga porque ganaba como me daba la gana. No decía nada, pero aclaro, esa no fue la causa de mi retiro.”

Parecía que tuviera dudas sobre qué “lanzar” pero tras fugaces segundos aceptó el reto. “Sí, el lunes echa para acá”, respondió a mi intrusión telefónica. Al arribar a su hogar, casi en la entrada de la ciudad de Pinar del Río, y después de un pequeño preámbulo, me confesó que hizo una concesión pues no le gustan las entrevistas… “¿La razón?”, pregunté. Y medio en broma medio en serio respondió: “Los periodistas en Cuba no suelen publicar todo lo que digo”.

Duro y pegado fue ese disparo, pero reconozco que en zona de strike. Luego bajó la velocidad, parecía slider, al rememorar y agradecer al pueblo pinareño por el homenaje que le brindó en su despedida del béisbol activo. “La gente me pregunta la razón por la cual no lloré y les contesto que soy muy fuerte; además, estoy satisfecho con lo que hice y no tengo por qué llorar, al contrario lo que tengo es que estar contento”, dijo y colocó el hipotético conteo en dos strikes sin bolas. Pero lo mejor estaba por llegar…

-¿Cómo nació el bichito del béisbol?

-Ángel Forteza, que era entrenador de la Pre Eide, pasó por la escuela y escogió un grupo de muchachos que quería jugar pelota y me sumé. Pero desde que tengo ocho años estoy practicándola, primero en mi escuelita allá en Río Feo, la zona rural donde vivía, que pertenece al municipio cabecera.

-¿Simplemente los recogió o les hizo alguna prueba?

-Siempre hacen una pruebita, pero imagínate a un muchacho de ocho años no le puedes pedir mucho más que las condiciones físicas naturales. Aunque, de los que fuimos a la Pre Eide o que estaban en ese tiempo: Daniel Lazo, Rigoberto Madera, Abel Madera, entre otros, la mayoría llegó a series nacionales y un buen por ciento hizo el equipo Cuba.

-¿Transitaste por toda la pirámide deportiva en Cuba?

-No, porque en la Eide, de los cuatro años, solo estuve uno. Allí un entrenador decía que no tenía calidad y me botó. Era cuestión de criterio, pero en el año 1996, después de ganarle a Japón el juego decisivo en los Juegos Olímpicos de Atlanta (1996) —Estados Unidos—, todavía afirmaba que yo no servía.

-¿Tuviste desavenencias con él?

-No… que yo sepa… Pero no era solo conmigo. También negaba la calidad de Yobal Dueñas, Yosvani Madera y otro grupito más. Para mí que había algo de racismo en su proceder.

-¿Siempre quisiste ser pitcher?

-No. Empecé jugando tercera y segunda. No era bueno al bate, pero fildeaba bastante bien. Un día jugábamos en la Eide y tiré dos innings. Los entrenadores me vieron y dijeron que me quedara como pitcher. Era en la categoría 13-14 años.

-La Serie Nacional (SN).

-Debuté en la temporada 90-91, con 17 años. Aquello significó una alegría tremenda, aunque venía del Mundial juvenil y sabía que iba a estar entre los abridores de Forestales, recuerda que era la escuela de Vegueros, más o menos como los Metros de Industriales.

-A propósito, ¿quién era tu ídolo?

-Luis Álvarez. No era estrella en Pinar pero jugaba con amor, deseo. Él no tenía esas potencialidades que deslumbraban; sin embargo, hacía de todo en el terreno. Era mi inspiración. Trataba de imitarlo, pese a que no jugaba la misma posición.

-¿Sensaciones tras el debut?

-Entonces había en Pinar muchos pitchers de calidad: Omar Ajete, Faustino Corrales, Jesús Bosmenier y otros. El salto resultó bastante normal. Tenía poco que perder y mucho que ganar. Me acerqué más a los veteranos, aprendí de las experiencias de mis compañeros, de Casanova (Luis Giraldo), Linares (Omar), Madera (Lázaro), Fernando Hernández…

“Aunque el año del debut estaba ganando un juego como diez por cero en la primera entrada y ahí mismo exploté sin que me conectaran. O sea, a base por bola limpia. Me encabroné y dije a Juan Castro, entonces mi mentor en Forestales, que no jugaba más. Fue con la cabeza caliente”.

-¿Cómo lo superaste?

-Fui para la casa y al otro día fueron a buscarme. Me dijeron que si estaba loco, que cómo iba a abandonar. Accedí y en el siguiente partido lo hice mejor. Ese año gané uno y perdí como siete. La otra temporada vencí en siete y solo caí en cuatro o cinco oportunidades.

-Ese temperamento impulsivo ¿cuánto te ayudó o perjudicó?

-El atleta debe ser agresivo. Yo sentía que era el dueño del box, aunque lanzara mal. Salía a ganar. Le encimaba la bola a los bateadores, a veces adrede y otras se me iban. En la pelota debes sacar provecho hasta de lo más mínimo.

“A veces les iba arriba y decía cosas. Ninguna grosería: ‘Tírale a la bola o voy a poncharte’; al que correteaba en bases le susurraba: ‘Estás corriendo mucho… te la voy a tirar al tobillo’. Mentira, pero se la tiraba cerquita y el tipo se molestaba y lo sacaba de juego; y lo más importante, no robaba más. Gané juegos así. Esos son detalles que valen”.

-¿De quién lo aprendiste?

-Solo. Aunque en Pinar estaba Juan Carlos Oliva, al cual vi lanzar poco, que era un experto sacando de las casillas a los peloteros. Con eso se nace, viene en el temperamento de cada uno.

-¿Lo veías cómo parte del partido o las disputas se extendían fuera del terreno?

-No, únicamente era en el juego. Después éramos amigos.

-¿Ese poquitín de picardía está en falta?

-Sí. Hay lanzadores de calidad, pero no dan pelotazos. A veces hay que tirarlos. Lo digo porque en ocasiones nos decían en el equipo nacional: “A este tipo tienes que tumbarlo”. Si lo hacías allí, entonces en la provincia también.

“Quien tire duro y pegado tiene 95 por ciento de ganar y cinco de perder. Esa es la mejor arma. Da lo mismo recta o curva, hace el mismo efecto. Tiras suavecito y pegado, para no darle al bateador, y este se asusta. Así que imagínate si viene a 95 millas”.

-¿Quién o quiénes contribuyeron en tu desarrollo en ese período inicial en la SN?

-Román Suárez, además de entrenador de pitcheo fue director mío en Forestales, Julio Romero y Jesús Guerra, este último en la Academia quería que pitcheara como él y le dije que no. Entonces me dijo: “Si sacas outs pitchea como te dé la gana”. Rogelio García también trabajó conmigo.

-En los albores de tu carrera se comentaba que tu pensamiento táctico era limitado. ¿Qué puedes comentarnos?

-No era así. Cuando empiezas lo que más haces es tirar al home. Recta, curva, lo que sea, pero esa es la esencia. Con el tiempo uno va desarrollando el pensamiento. La vida es así. El problema es que en dos strikes sin bolas te dan hit y te critican, pero si ponchas con recta al medio nadie habla.

“Actualmente, debes lanzar para que el bateador haga swing a la bola. No puedes poner en conteo a los bateadores porque si lanzas 100 lanzamientos en cuatro innings estás condenado a irte del box pronto”. (En Series Nacionales existe una regulación de la cantidad de lanzamientos por partido)

-Infiero que gozabas disparando al medio en dos strikes sin bolas.

-Sí, al medio. Algunas veces me dieron batazos, pero muchísimas más metí poncha’o.

-No pocos mentores indican desde la banca lo que tiene que lanzar el pitcher, ¿lo hacían contigo? ¿es acertado?

-La mayoría de las veces lancé solo, hasta en el equipo nacional. No es que no te digan lo que tienes que hacer en determinada situación. Pero que desde el primer inning estén dando señas es incorrecto. ¿Cómo vas a pensar? Está pensando el entrenador. Así no hay quien desarrolle el pensamiento táctico.

-A propósito, ¿limitar la cantidad de lanzamientos es saludable?

-Creo que no. Es perjudicial. Antes no había tantas lesiones y ¿cuánto se tiraba? En los años 80 puedes contarlos con los dedos. Ahora se lesionan más con menos lanzamientos. Qué pasa, al tirar menos debes lanzar más seguido en las prácticas.

“Extraer o mantener debe ser una decisión entre el director, el entrenador y el pitcher. El manager sabe cuándo quitarte o no. Él lógicamente pone el grito en el cielo si llegas a 120 lanzamientos y sabe que puedes aguantar otra entrada o entre 15 y 20 lanzamientos más. Aun así está obligado a quitarte”.

-¿En qué basabas tu repertorio?

-Recta y slider.

-¿Utilizar distintos tipos de lanzamientos es el camino más expedito a la consagración?

-Tirar seis o siete es por gusto si no lo haces bien. El único en Cuba que domina cuatro o cinco es Jonder Martínez; el resto, no todos, manejan bien tres. Yo nada más empleaba la recta y el slider. Con eso dominé. Usé el tenedor y era bastante bueno, pero no era mi fuerte.

-Varios jóvenes llegaron al equipo nacional y luego se lesionaron ¿Cuál puede ser la causa?

-Algunos regresan a las provincias y creen ser Dios. No entrenan; fiesta, vacilones y luego van y pitchean. Cuando tienen 20 o 21 años apenas lo sienten, pero con los años sí y ahí viene la lesión. A esa edad, si haces bien las cosas, no debes lesionarte. Ellos se descuidan demasiado y debe ser al revés. Integrar el Cuba te obliga a cuidarte, pues no haces nada con hacerlo un año y después pasarte diez sin hacerlo.

“Yo siempre entrenaba. Aun en vacaciones. Me tomaba tres o cuatro botellas de ron y al día siguiente, a las nueve de la mañana, estaba corriendo. ¡Iba a correr con la botella en el carro y el tabaco! ¡Pero corría! Sin embargo, había compañeros míos que no podían hacerlo porque al otro día estaban matados. Si te gusta la bebida o el vacilón, entonces tienes que trabajar más”.

-¿Alguna vez tuviste dolor en el brazo?

-¡Jamás! El año pasado tuve una leve lesión en el bíceps; nada serio. El secreto es entrenar.

-Entonces, ¿por qué el retiro con apenas 37 años?

-No había razón de seguir. Cumplí con Cuba, con Pinar del Río y hay que brindarles oportunidades a los jóvenes. Ningún problema en particular influyó, aunque la gente cree que lo hice porque tiré una sola entrada en el premundial de Puerto Rico. Si los entrenadores decidieron eso… lo merecía. El objetivo era que el equipo ganara y apoyé a todo el grupo.

-¿Te sientes en condiciones de seguir en el box?

-Sí, como no. Qué pasa, prefiero terminar bien que cerrar mal. Nadie sabe lo que hubiera podido pasar este año. A lo mejor me caían a palos. Lo más triste del mundo es que te abucheen en el estadio, después de haber dado tantas glorias.

-En el último lustro daba la sensación de que estabas un peldaño superior al resto, ¿coincides?

-Puede ser que estuviera un poquito por encima. ¡No era mucho! Mi forma de lanzar, tan relajado, hacia suponer que las cosas eran sencillas y quizás por eso algunas personas pensaban que lo hacía sin interés. Aunque a veces había equipos que les ganaba tirando a 70 millas. Entonces me preguntaba: “¡Qué pelota es esta!”. Mis compañeros decían que no estaba para jugar esta liga porque ganaba como me daba la gana. No decía nada, pero aclaro, esa no fue la causa de mi retiro.

-Las comparaciones suelen ser inevitables, ¿el béisbol en los 90 y en la década que acaba de culminar?

-En los 90 había más calidad. Se jugaba con aluminio, las pelotas eran de menos bote, pero destacaba la entrega de los peloteros. Ahí todo el mundo se comía la bola. Ahora hay muchos que batean en los entrenamientos y luego en la serie no lo hacen. ¡Qué pasa! Hay hoteles. Hay refrescos. O sea, hay más comodidades y algunos peloteros están para comer y coger los refrescos, poco les importa si el equipo gana o pierde. Incluso, cuando vas a colocarlos te dicen que se sienten mal.

“Hay que hacer como hizo el fútbol. Los primeros ocho lugares para los hoteles, los otros hacia alberguitos para que guapeen y busquen subir en la siguiente temporada. Que los dos últimos lugares bajen y los dos primeros de la otra liga suban. Eso es lo que hay que hacer para que la gente se apriete de verdad los pantalones.

“Eso es igual que si soy el primer pitcher debo tener un estímulo más que el noveno lanzador. No sé cuál puede ser. Pongo otro ejemplo: la dieta. Ganas diez juegos y cobras lo mismo que los que no ganan. ¿Por qué? No debe ser. No, mi hermano, si no ganaste no tienes dieta. Hay quienes juegan los 90 juegos y otros apenas cinco y cobran lo mismo. Hay que encontrar la manera de que digan tengo que pitchear o tengo que batear”.

-Hay dos paradas obligadas en tu carrera internacional: los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996…

-Lo más importante. Incluso más que el I Clásico. Prácticamente fue mi primer año en el equipo nacional y la primera olimpiada. Además, lanzar el juego final, casi de novato, eso es increíble. Es mi campeonato preferido.

-…Y Sydney, cuando abriste en el choque por el oro y al menos, pienso yo, que no te tocaba iniciarlo.

-Pensaba lo mismo… A veces los directores recuerdan frases. El Comandante -Fidel Castro-, antes de irnos, me puso la mano en el hombro y dijo: “Tú eres el pitcher de los americanos”. Allá yo fui relevista y lancé casi todos los días. Parece que el mentor, Servio Borges, se acordó de aquellas palabras y dos horas antes del juego final me comunicó que era el abridor. Asumí y subí al box, pero me dieron dos líneas y me sacaron… y perdimos. Para mí yo no era el pitcher de ese juego. Creo que debió ser José Ibar. Pero bueno…

-¿El I Clásico?

-Es uno de los sucesos más grandes de la historia de la nación. Fue una experiencia nueva el compartir con jugadores de Grandes Ligas. Sin embargo, lo que más me gustó fue que les dimos una galleta sin mano a muchos periodistas que decían que Cuba no… Había unos cuantos que no creían en nosotros.

“Siempre pensamos que podíamos. ¿Por qué no? Algunos los justifican a ellos, pero a los pocos días empezaron en las Grandes Ligas y estaban bien, así que no tuvimos ventajas. Estar juntos fue bonito. Nos trataron superbién, sobre todo los dominicanos, a pesar de que perdieron con nosotros”.

-¿Lo qué más te impresionó de los peloteros ligamayoristas?

-Saben su función dentro del equipo. El que debía sacar un out, lo hacía; el que salía de emergente a tocar la bola, también. Esa parte técnica la dominan a la perfección.

-Se dice que no sienten igual la camiseta.

-No, no, eso no es cierto. Todo el mundo siente la camiseta, si no, no te la pones. El que no quiso ir… no fue. Y no pasó nada.

-Después del I Clásico los resultados involucionaron. ¿Por qué?

-La mayoría de las derrotas fueron en la final. Coger segundo lugar es bueno; lo que pasa es que estamos acostumbrados al primero. De ese año para acá no topamos y debe hacerse.

“Todos los entrenamientos son en La Habana. No puede ser. Se hacen los cortes de la preselección respondiendo a un criterio interno. Los atletas solo se miden entre ellos. Lo ideal sería probar a quienes se juegan el puesto contra rivales de otras naciones. A veces, no siempre sucede, los jugadores de la misma provincia se ayudan en la preselección.

“Si a partir de ahora no topamos, no pienso solo en ir, sino en que también vengan, no vamos a ganar. Podemos jugar entre nosotros 500 partidos, esa no es la solución. Hay que enfrentar rivales de nivel. Antes no perdíamos. Íbamos y jugábamos contra Japón. Luego a México y estábamos 15 días en Pastejé confrontando a la gente de allá. Después que dejamos de ir a Japón empezamos a perder.

-En esa búsqueda incesante de topes, ¿no sería provechosa la Serie del Caribe?

-Ojalá Cuba pueda insertarse. Los peloteros de Grandes Ligas, al menos un grupo apreciable, participa en ese torneo. La juegan porque saben que tiene calidad y les ayuda para la pretemporada de las Mayores. Así pueden llegar en mejores condiciones que aquellos que prefieren descansar.

-Se especula que el entrenamiento en el equipo nacional es excesivo. ¿Es cierto?

-Demasiado para solo seis o siete juegos. Previo a la Serie Nacional entrenamos dos meses para jugar alrededor de 100 partidos. Además, los atletas ya vienen preparados de la SN, no hace falta tanto entrenamiento.

-Atendiendo a tu experiencia en la selección mayor ¿concuerdas con los constantes cambios de directores?

-Lo ideal fuera uno cada cuatro o cinco años, para que pueda trabajar y conocer mejor a los jugadores, de cualquier forma no pueden obviarse los resultados.

-Un directivo notó en 2009, y así lo hizo saber, que el escauteoera algo más que mandar a dos expeloteros a observar a los contrarios y después informar. ¿El equipo Cuba escautea a los rivales?

-Sí. Estudiamos a todo el mundo; lo único es que los designados no siempre son los idóneos. El scout tiene que saber de pelota y haberla jugado. Alguien que explique en detalles, virtudes y debilidades del oponente. Deberían ser un pitcher y un jugador de posición.

-¿Qué te pareció el software de escauteo diseñado en la Universidad de las Ciencias Informáticas y aplicado en la Serie Nacional?

-Muy bueno, pero parece que a alguien no le gustó… y se acabó. Ellos informaban acerca de las características nuestras y de los contrarios. Se lo daban a los entrenadores. Lo que hacían luego los técnicos con aquello era otra cosa.

“A propósito, dale un alto crédito a los muchachos de la UCI por el resultado en el primer Clásico. Nos brindaron datos muy valiosos de cada equipo y sus jugadores”.

-La reducción del calendario competitivo de la Federación Internacional (IBAF) es inminente. ¿Qué opinas al respecto?

-Si no hay torneos internacionales qué iba a hacer jugando. Acá los atletas buscan integrar el equipo Cuba por lo que representa y para ir a una competencia importante; si no las hay, qué sentido tiene seguir.

-¿Mover peloteros hacia otras ligas sería oportuno para suplir carencias?

-Sí, pero no todos. Debe enviarse a quien se lo ha ganado; no vas a mandar a un muchacho con dos series nacionales y sin haber integrado el equipo Cuba. Bien pudiera enviarse la base de la selección nacional. Seis o siete jugadores de posición y tres o cuatro lanzadores, que puedan responder en la competencia y luego sumarse al cuadro mayor.

-Regreso al Clásico, esta vez al segundo y puntualmente el encuentro contra Japón que significó la eliminación en la segunda ronda. ¿Cómo valoras aquel partido?
      
-Afectó cuando a Céspedes (Yoennis) se le cayó la bola, pero eso forma parte del juego y a cualquiera le pasa. Creo que lo más dañino fue que en el inning anterior iban a quitar a Maya (Yuniesky). Nos preguntábamos el porqué, si estaba pitcheando perfecto. Aunque parezca que no, eso a todo el mundo lo disloca. Cuando a él le dicen aquello se puso bravo y empezó a protestar. De pronto le dijeron que sí, que iba a continuar. Eso te saca de juego.

“Tampoco estábamos preparados para Iwakuma. La información era que lanzaría otro. Los japoneses tienen esa costumbre. Ponen a un pitcher un inning e imaginas que es el matador; sin embargo, a los dos días te abre y da nueve ceros. En apenas 24 horas no pudimos escautearlo. Lo otro es que no salieron las cosas bien, pero no creo que sean invencibles”.

-¿A qué distancia estamos del béisbol japonés y de otros?

-Un poquito atrás. Reitero, es necesario topar contra equipos de calidad; si no, no podemos mejorar.

-¿Un pelotero con más de 30 años es viejo y debe retirarse?

-No. Puede jugar hasta que tenga facultades físicas. La edad nada tiene que ver. ¡Si tiene 40 y rinde…adelante!

- ¿Quedó algo por hacer en la pelota?

-No, nada. Lo hice todo.

-¿Serías pelotero si volvieras a nacer?

-Claro, pero mi deporte preferido es el baloncesto.

-¿Y por qué no lo jugaste?

-Porque era malo. Por eso no tengo más alternativa que responder que volvería a ser pelotero.

-¿Trabajarás con pequeñines?

-Eso quiero. Muchos me critican y dicen que estoy bobeando; que trabaje con adultos. Cada cual piensa a su manera. Ellos son más sinceros. A los adultos les dices y a veces no lo hacen. Con los chamas nunca pasa, hacen lo que les mandes. Además, al que le gustan los niños tiene más facilidad.
-Tienes dos hijas hembras. Buscarás los varones para que continúen tu legado.

-No…no qué va. Esa es tarea de los yernos. Dicen que los nietos son más hijos que los propios hijos.

-Una duda, ¿preferías en la SN enfrentar algún equipo en particular?

-No. Cuando me tocaba, contra quien fuera, le ponía. No le echaba más ganas a Industriales, lo que pasó es que cada vez que chocábamos lo hacía bien. A Industriales, La Habana y Santiago eran los equipos que mejor les lanzaba. En el Latino sí me gustaba pitchear.

-Ahí la gente se metía contigo.

-Eso es rico…

Y sonrió. Mientras, se levantó para alcanzar un tabaco, una de sus grandes aficiones, y bromeó con nuestro el chofer, que no desaprovechó la ocasión para casi exigir la constancia gráfica del encuentro con uno de los peloteros más carismáticos del béisbol cubano y que popularizó el “exótico” número 99. ¡Ah! ¿Qué tiró? Recta al medio… y rectifico, no dudó. (Damián L. Delgado-Averhoff)

1 comentario:

Claudia dijo...

Una vez que le salió el pase para jugar en Australia me imagino que se quedó contento. Yo no se como hacen todos los jugadores para ir a tantos lugares en un mismo mes. Lo bueno para el es que el pasaje a Sydney está barato y la familia lo va a poder ir a visitar!