ORLANDO EL DUQUE HERNANDEZ, EL ESTELAR LANZADOR CUBANO GANADOR DE CUATRO SERIES MUNDIALES, ANUNCIA OFICIALMENTE SU RETIRADA DE LOS DIAMANTES, EN CONFERENCIA DE PRENSA PROGRAMADA ESTE JUEVES 18 DE AGOSTO EN LA SEDE DE LA FIRMA BACARDI, EN MIAMI. DESTACADAS PERSONALIDADES DEL AMBITO DEPORTIVO Y DE LOS NEGOCIOS PARTICIPARAN EN LA CEREMONIA.
A propósito de ello, les propongo un trabajo del colega Omar Claro, persona bien vinculada al Duke, quien resume en excelente crónica toda la grandeza de Nuestro Duke del Béisbol, sin dudas, uno de los más GRANDES peloteros cubanos de todos los tiempos.
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¡Cuánto me agradaría, en los próximos años, admirar la placa conmemorativa de Orlando “el Duque” Hernández, el Señor Octubre, en el magnífico Monument Park del Yankee Stadium! (O.C.).
Corazón azul
Por OMAR CLARO
Afuera de los diamantes, el estilo de vida de este mito de la lomita se distancia a la de un pitcher letal... ¡Inquebrantable! ¡Aplastante! ¡Guerrero! ¡Agresivo! Así, el derecho del Wajay ejercía su singular dinastía beisbolera. Ejecutando aquel mágico movimiento donde la pierna izquierda se elevaba hasta tocar su oreja. Clásico preámbulo antes de
soltar la pelota, desde todos los ángulos, hacia el home plate… y exhibiendo el lucimiento de un golfista que de un golpe seco y preciso consigue embocar la pelota en el hoyo. Aclamado. Respetado por fanáticos y admiradores. Niños, hombres, mujeres, colegas… y hasta presidentes. En realidad, detrás de esa aureola, predomina la inconfundible sonrisa del eterno 26 azul… Familiar… Tranquilo… Amigo… Luego, destapa su inconfundible sello personal… ¡Todo bien!… Se trata, según el propio Orlando del “agradecimiento a todas y cada una de las bendiciones recibidas del Señor y que disfruto a plenitud junto a mi familia”… Cuatro hijos, Yahumara y Steffi (ambas de su primer matrimonio), mientras que Natalie y Orlando Jr. nacieron de su feliz unión con Nori, la atractiva esposa del “Señor Octubre”… La familia sigue creciendo… El pequeño Justin Orlando, hijo de Yahumara, lo ha convertido en abuelo… Retos, descubrimientos… y nostalgia. Pero más allá de etapas, méritos y ejecutoria, Orlando “el Duque” Hernández Pedroso atesora un corazón azul… Como si este color estuviese adherido a su genética humana… Una herencia que data de cuando aún soñaba en vestir la franela de Industriales, los Yankees de la liga cubana. El sueño creció sobre la grama del añejo terreno número uno de la Ciudad Deportiva, en los campeonatos provinciales… Finalmente, una década junto a los azules le marcaron el destino. Sus pasos. Los numeritos hablan de dos banderines y par de vicetítulos en 10 temporadas… y en lo individual el histórico récord aún vigente de ganados y perdidos en la liga cubana. Vale aclararlo, “el Duque” no sólo se ganó un sitial de honor entre los fanáticos capitalinos… Sus movimientos en el box cautivaron a toda la Isla beisbolera… Inscribió su nombre en la excéntrica lista de No-Hitters propinados en Cuba. Oro olímpico en Barcelona 1992. Ídolo nacional… Esa veneración por los azules la escondió en el pecho cuando lo desterraron de los estadios en su propia tierra… ¡Humillado! Entonces, el sueño de volver a lanzar lo empujó hacia territorio desconocido en una frágil embarcación a través de las inciertas aguas del estrecho de la Florida… Arriesgaba la vida, al igual que sus acompañantes náufragos… Lo esperaba lo incierto. Y se hizo la luz. ¡“El Duque” volvía a nacer! En la Gran Manzana, lo espera el uniforme blanco a rayas azules… La dinamita de Hernández, silenciada durante dos años por el gobierno de La Habana, prendía la mecha… Por debajo de la franela de los Yankees de Nueva York, el azul comenzaba a palpitar en el indomable corazón de Orlando… En el clubhouse del famoso equipo sólo había un comentario… ¿Cómo es posible que un hombre que haya arriesgado su vida en el mar permanezca tan quieto en su casillero? Sobre ese punto, ellos ignoraban que la adrenalina de Orlando experimenta los cambios más excitantes cuando se coloca a 60 pies del plato… Las lecciones llegaron de prisa… Durante la temporada regular, el cubano encendió la chispa ganadora… y cuando anunciaron los primeros copos de nieve en la gran urbe, rodeado siempre de figuras sagradas del juego, se transformó en el “Señor Octubre”…. Entonces, el brazo del capitalino más allá de la barrera idiomática estableció la mejor comunicación entre los de adentro y los de afuera… ¡Emoción! ¡Orgullo! ¡Drama! ¡Intensidad! Hoy, en la tranquilidad del retiro competitivo, “el Duque” Hernández le trasmite su maestría al equipo infantil Caribbean Lions, formado por niños de nueve años de edad. El resto del tiempo libre lo dedica a su otra gran pasión… los campos de golf. ¡Cuánto me agradaría, en los próximos años, admirar la placa conmemorativa de Orlando “el Duque” Hernández, el Señor Octubre, en el magnífico Monument Park del Yankee Stadium! ¡Todo bien! Lo demás, permanece intocable en el corazón azul de este eterno romántico del béisbol cubano… y universal.
soltar la pelota, desde todos los ángulos, hacia el home plate… y exhibiendo el lucimiento de un golfista que de un golpe seco y preciso consigue embocar la pelota en el hoyo. Aclamado. Respetado por fanáticos y admiradores. Niños, hombres, mujeres, colegas… y hasta presidentes. En realidad, detrás de esa aureola, predomina la inconfundible sonrisa del eterno 26 azul… Familiar… Tranquilo… Amigo… Luego, destapa su inconfundible sello personal… ¡Todo bien!… Se trata, según el propio Orlando del “agradecimiento a todas y cada una de las bendiciones recibidas del Señor y que disfruto a plenitud junto a mi familia”… Cuatro hijos, Yahumara y Steffi (ambas de su primer matrimonio), mientras que Natalie y Orlando Jr. nacieron de su feliz unión con Nori, la atractiva esposa del “Señor Octubre”… La familia sigue creciendo… El pequeño Justin Orlando, hijo de Yahumara, lo ha convertido en abuelo… Retos, descubrimientos… y nostalgia. Pero más allá de etapas, méritos y ejecutoria, Orlando “el Duque” Hernández Pedroso atesora un corazón azul… Como si este color estuviese adherido a su genética humana… Una herencia que data de cuando aún soñaba en vestir la franela de Industriales, los Yankees de la liga cubana. El sueño creció sobre la grama del añejo terreno número uno de la Ciudad Deportiva, en los campeonatos provinciales… Finalmente, una década junto a los azules le marcaron el destino. Sus pasos. Los numeritos hablan de dos banderines y par de vicetítulos en 10 temporadas… y en lo individual el histórico récord aún vigente de ganados y perdidos en la liga cubana. Vale aclararlo, “el Duque” no sólo se ganó un sitial de honor entre los fanáticos capitalinos… Sus movimientos en el box cautivaron a toda la Isla beisbolera… Inscribió su nombre en la excéntrica lista de No-Hitters propinados en Cuba. Oro olímpico en Barcelona 1992. Ídolo nacional… Esa veneración por los azules la escondió en el pecho cuando lo desterraron de los estadios en su propia tierra… ¡Humillado! Entonces, el sueño de volver a lanzar lo empujó hacia territorio desconocido en una frágil embarcación a través de las inciertas aguas del estrecho de la Florida… Arriesgaba la vida, al igual que sus acompañantes náufragos… Lo esperaba lo incierto. Y se hizo la luz. ¡“El Duque” volvía a nacer! En la Gran Manzana, lo espera el uniforme blanco a rayas azules… La dinamita de Hernández, silenciada durante dos años por el gobierno de La Habana, prendía la mecha… Por debajo de la franela de los Yankees de Nueva York, el azul comenzaba a palpitar en el indomable corazón de Orlando… En el clubhouse del famoso equipo sólo había un comentario… ¿Cómo es posible que un hombre que haya arriesgado su vida en el mar permanezca tan quieto en su casillero? Sobre ese punto, ellos ignoraban que la adrenalina de Orlando experimenta los cambios más excitantes cuando se coloca a 60 pies del plato… Las lecciones llegaron de prisa… Durante la temporada regular, el cubano encendió la chispa ganadora… y cuando anunciaron los primeros copos de nieve en la gran urbe, rodeado siempre de figuras sagradas del juego, se transformó en el “Señor Octubre”…. Entonces, el brazo del capitalino más allá de la barrera idiomática estableció la mejor comunicación entre los de adentro y los de afuera… ¡Emoción! ¡Orgullo! ¡Drama! ¡Intensidad! Hoy, en la tranquilidad del retiro competitivo, “el Duque” Hernández le trasmite su maestría al equipo infantil Caribbean Lions, formado por niños de nueve años de edad. El resto del tiempo libre lo dedica a su otra gran pasión… los campos de golf. ¡Cuánto me agradaría, en los próximos años, admirar la placa conmemorativa de Orlando “el Duque” Hernández, el Señor Octubre, en el magnífico Monument Park del Yankee Stadium! ¡Todo bien! Lo demás, permanece intocable en el corazón azul de este eterno romántico del béisbol cubano… y universal.
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